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Hambre y desnutrición: alarma en Venezuela

30 de noviembre de 2017

Varias agencias internacionales y ONG han llamado la atención hacia los niveles de hambre y desnutrición que se registran en Venezuela. ¿Qué instancia debe sonar la alarma para que el Gobierno acepte ayuda humanitaria?

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Hunger in Venezuela
Imagen: picture-alliance/NurPhoto/A. Fuente

Aunque el Gobierno de Venezuela niega vehementemente que el país atraviese una crisis humanitaria a causa de un prolongado desabastecimiento de alimentos, las imágenes de niños famélicos y de adultos buscando comida en bolsas de basura circulan con cada vez mayor frecuencia en las redes sociales, que, debido a la censura y la autocensura prevalentes en la prensa, la radio y la televisión, se han convertido en las principales fuentes de información de sus habitantes. Pocos meses después de haber sido nombrada ministra de Salud, Antonieta Caporale fue destituida (11.5.2017) por publicar un boletín según el cual la mortalidad infantil había tenido un incremento considerable en 2016. El martes pasado (28.11.2017), el técnico de la selección venezolana de fútbol sub-20 femenina, el panameño Kenneth Zseremeta, corrió la misma suerte tras comentar en una entrevista (21.11.2017) que las deportistas manifestaban “un grado de desnutrición tremendo”.

Ese mismo día, horas después de que el “hombre fuerte” de Caracas, Nicolás Maduro, acusara al presidente de Colombia de bloquear la venta de bienes esenciales a Venezuela, el propio Juan Manuel Santos respondió: “Todo lo contrario. Le hemos ofrecido desde hace mucho tiempo apoyo humanitario en materia de comida y medicamentos, y el Gobierno venezolano se ha negado”. Exigirle al oficialismo que acepte ayuda es el primer punto de negociación en la agenda que la oposición antichavista llevará este viernes (1.12.2017) a República Dominicana, donde dialogará con los emisarios de Maduro. Varias agencias internacionales y organizaciones no gubernamentales (ONG) han llamado la atención hacia los niveles de hambre que se registran en la nación caribeña sin que sus mandamases se inmuten.

El Gobierno esconde las cifras oficiales

“Las estadísticas oficiales son las que permiten hacer estimaciones y comparaciones entre países, como las del informe global de nutrición publicado hace poco y en el que participó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Pero la exactitud de esos reportes depende del grado de actualidad de los datos de cada país y de la solvencia metodológica del proceso de recolección de los mismos. Lamentablemente, en Venezuela, las autoridades no están compartiendo sus cifras”, sostiene Raquel Fernández, jefa de comunicación de la oficina de UNICEF en Caracas, en entrevista con DW. Fernández acota que, mediante comunicados y en su trabajo directo con el Gobierno, ese organismo viene abogando desde julio de 2016 porque la información actualizada se haga pública. En vano. Mientras tanto, UNICEF le mide el pulso a la situación basándose en la labor de ONG y hospitales.

En mayo de 2017, Susana Pachano, directora del servicio de hematología del hospital infantil J. M. de los Ríos, ubicado en Caracas, señaló que la desnutrición “se les notaba” mucho más a los familiares de los niños enfermos porque éstos solían “sacrificarse” por los pacientes; pero agregó que cada vez más niños pesaban menos de lo que deberían. Pachano añadió que, aunque ese centro asistencial está en un estado deplorable, los del interior del país están en aún peores condiciones. En septiembre, Mariana Mariño, gerente de salud del Centro de Atención Nutricional Infantil Antímano (CANIA), auspiciado por la empresa de productos alimenticios Polar en el oeste de la capital, reveló que había recibido a 180 niños con desnutrición severa en 2016; dos años antes sólo había atendido a 73. “Estos niñitos van a tener retardo en el crecimiento y eso va a incidir sobre su psique y sobre su capacidad para trabajar como adultos”, le dijo Mariño a la agencia de noticias EFE.

Se multiplican los casos de indigencia 

La más reciente Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), realizada por universidades y ONG venezolanas, dejó en evidencia un desplome en los niveles de compra de alimentos, una alteración abrupta del patrón de alimentación manifestada en la sustitución de proteínas de alto valor biológico por hortalizas y tubérculos, y la exacerbación de la desigualdad en la calidad y cantidad de la alimentación, con alrededor de 9,6 millones de venezolanos ingiriendo dos o menos comidas al día y un 74,3 por ciento de los entrevistados reportando pérdida de peso no controlada –un promedio de 8,7 kilos– en el último año. “En 2017, esa tendencia va a ser mayor”, dijo en septiembre Pablo Hernández, nutricionista del Observatorio Venezolano de la Salud (OVS). Simultáneamente, la Fundación Amigos del Niño que Amerita Protección (FUNDANA) alertaba sobre el auge de los conflictos intrafamiliares ocasionados por la dificultad para adquirir alimentos.

FUNDANA y Cáritas, una organización humanitaria financiada por la Iglesia católica, han denunciado también el aumento evidente del número de niños y jóvenes que deambulan en situación de abandono por las calles de Caracas. Leonardo Rodríguez, director de la asociación civil Red de Casas Don Bosco, que le brinda refugio a más de 1.300 menores de edad en toda Venezuela, advirtió que los niños viviendo en la indigencia son cada vez más pequeños y que la proporción de niñas ha aumentado. Ninoska Zambrano, psicóloga en FUNDANA, sostiene que en la barriada capitalina de Petare “hay niñas que están siendo explotadas sexualmente a cambio de comida”. En octubre de 2017, el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), con sede en Washington, argüía que los niveles de hambre a escala mundial habían descendido en más de una cuarta parte desde 2000, pero incluyó a Venezuela entre los países donde éstos más bien han aumentado.

La ONG alemana Welthungerhilfe y la irlandesa Concern respaldaron el reporte del IFPRI, un ente cofinanciado por el Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR), que a su vez es cofinanciado por el Banco Mundial. Pero, ¿qué dice la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que en 2013 y en 2015 premió al Estado venezolano por su desempeño en la lucha contra el hambre y la desnutrición? DW se comunicó con Julio Berdegué, jefe de la Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, para solicitar una entrevista y la petición fue denegada. El pasado 10 de octubre, cuando la FAO y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) presentaron el informe Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2017, Berdegué atribuyó el desarrollo negativo de Venezuela –donde la desnutrición pasó del 9,1 por ciento en el trienio 2013-2015 al 13 por ciento en el período 2014-2016– a la inestabilidad sociopolítica imperante.

Evan Romero-Castillo

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