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Occidente necesita cohesión más allá de la crisis de Ucrania

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Jens Thurau
20 de febrero de 2022

En la Conferencia de Seguridad de Múnich se lanzaron más advertencias sobre una intervención rusa en Ucrania. Pero aunque se invoque la unidad occidental, la posición de Alemania es contradictoria, opina Jens Thurau.

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MSC Münchener Sicherheitskonferenz 2022 Kamala Harris
Imagen: Andrew Harnik/AP Photo/picture alliance

Hay algo fantasmagórico en escuchar este fin de semana los discursos de la Conferencia de Seguridad de Múnich. Se habla mucho de la cohesión europea, de una nueva y más fuerte relación transatlántica, especialmente entre Washington y Berlín. También sobre que la OTAN no es una amenaza para nadie, ni siquiera para Rusia. Llamados a la vía diplomática, que todavía se puede negociar, que se debe evitar por todos los medios una guerra en Ucrania. Son casi mantras para conjurar el peligro.

Y al mismo tiempo, los participantes de la conferencia en el hotel Bayerischer Hof escuchan las últimas noticias de la región fronteriza entre Rusia y Ucrania. De unas importantes maniobras rusas este fin de semana, supervisadas personalmente por el presidente ruso Vladimir Putin. Sobre una movilización de separatistas prorrusos en el este de Ucrania. Múnich discute, apela a los valores occidentales. Putin crea hechos. Mientras tanto, el presidente estadounidense Joe Biden dice en Washington que cree que Putin atacará Ucrania.

El SPD frente a los fragmentos de su política hacia Rusia

¿Qué hacer? Es fácil acusar ahora a Europa y especialmente a Alemania de inacción. Pero no es mucho lo que tienen los europeos en sus manos. Aunque hay matices. El viernes, la ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, del partido Los Verdes, habló de "crisis rusa", no ucraniana, nombrando claramente al agresor. Y mencionó explícitamente el gasoducto Nord Stream 2 y posibles sanciones a Rusia. O sea que gasoducto, ya completado pero todavía no operativo, no va a entrar en funcionamiento si Rusia interviene en Ucrania y modifica sus fronteras.

Jens Thurau, periodista de DW
Jens Thurau, periodista de DW

Pero el canciller Olaf Scholz no nombró el Nord Stream 2 en su discurso de este sábado (19.02.2022), ni siquiera cuando le preguntan sobre él, como en otras apariciones en los últimos días y semanas. Scholz y su partido, los socialdemócratas alemanes (SPD), se enfrentan a los fragmentos de su política hacia Rusia, hecha ahora añicos, pero que ha prevalecido por muchos años: consistente en estrechar unos lazos de interdependencia económica tan fuertes que desterraran la posibilidad de una guerra. Una diplomacia y una cooperación económica en las que han seguido confiando a pesar de las cada vez más vehementes provocaciones rusas.

Y cuando se le preguntó a Scholz sobre la negativa de Alemania de proporcionar armas a Ucrania, se le escapó una frase que resume las principales características de la política alemana en este momento: Ucrania ya recibe armas de otros países. Esta forma de retirarse lo más posible a un segundo plano cuando hay que hacer el trabajo sucio parece extrañamente alejada de los tiempos que corren.

Muchos intentos de interpretar a Putin

Es interesante ver cómo se insiste en discutir e indagar en Múnich sobre las motivaciones del presidente ruso. Scholz habló sobre su conversación con Putin de hace unos días en Moscú. Dijo haberle dejado claro que no podía aceptar que el motivo de su agresiva política fuera el hecho de que la OTAN se hubiera ampliado hacia el este tras el final de la Guerra Fría. Si se retrocede lo suficiente en la historia, según Scholz, varios siglos si hace falta, siempre se pueden encontrar argumentos para justificar cambiar las fronteras. Sin duda es cierto, pero ¿puede eso frenar a Putin?

La presidenta de la Comisión Eruopea, Ursula von der Leyen, dijo que ahora hay toda una generación de jóvenes en Ucrania cuyas simpatías se orientan hacia Occidente, hacia la democracia occidental y la economía de mercado. Eso es precisamente lo que teme Putin y también es difícil de negar, pero ¿puede ayudar a prevenir la escalada?

La diplomacia puesta a prueba

Lo único que les queda a los representantes de las viejas alianzas occidentales (OTAN, UE) en Múnich es fortalecer la cohesión y mostrar unidad. Esto se está consiguiendo en gran medida. Casi todos los oradores afirmaron que Putin pagaría un alto precio si interviene. La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, enfatiza con pasión la cohesión de Occidente y se abstiene de hacer cualquier crítica a los aliados, incluso a los alemanes, aunque ha habido críticas en Washington.

Hay mucho en juego en Ucrania en este momento, es la idea más repetida, pero también mucho más allá. Von der Leyen, por ejemplo, señaló este sábado que Rusia y China apuestan por un orden mundial completamente nuevo. Uno más conflictivo, en el que los Estados autocráticos desempeñan un papel mucho más relevante. Y esa diplomacia de la vieja escuela queda relegada a un segundo plano. Esto es lo que confiere a la reunión de Múnich este aire espectral. Porque en esencia la conferencia es eso, un escenario de debate frente a las cámaras, pero sobre todo de debates de fondo con representantes de todos los campos, incluidos los no democráticos. El lema es que quienes hablan entre sí no se disparan. Putin, sin embargo, se está moviendo actualmente en una dirección diferente.

(lgc/rr)