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"El fuego de las ideas", o el cuestionamiento de lo político

Juliana González
15 de octubre de 2018

El artista argentino Marcelo Brodsky llega a Berlín con su obra “1968: el fuego de las ideas”, una exposición* de 39 fotografías con las que muestra el espíritu de hace medio siglo. Un cuestionamiento de lo político.

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Begegnung mit Marcelo Brodsky

Hace 50 años se gestaron alrededor del mundo movimientos juveniles del ¡Basta ya! Basta ya de los silencios cómplices de las generaciones que permitieron el fortalecimiento de los nacionalsocialismos europeos. Basta ya de ir a perder vidas en la guerra de Vietnam. Basta ya de las cortinas de hierro que cayeron como pesados telones cuando la II. Guerra Mundial terminó. Basta ya de la pacatería. Basta ya de la segregación racial en Estados Unidos. Basta ya de las persecuciones a los estudiantes, a los militantes de izquierda, a los jóvenes en América Latina y en Asia.

El artista visual argentino, Marcelo Brodsky, se puso en la tarea de rescatar esta memoria. De hurgar en los anaqueles de la historia aquellas fotos que nos revelan ejemplos de resistencia, tiempos felices, momentos confusos, preámbulos de violencia, violencia misma en México, Madrid, Berlín, Buenos Aires, Bogotá, Tokio. Una necesidad impulsada porque "la cultura visual está adquiriendo un rol preponderante en la comunicación. Las imágenes se han convertido en un elemento central del discurso de hoy. Sin imágenes los jóvenes pierden interés en las historias”.

Marcelo Brodsky, artista y activista de los derechos humanos.
Marcelo Brodsky, artista y activista de los derechos humanos.

"Buena Memoria”

Brodsky, quien además es activista de derechos humanos, halló en la causa de la memoria su estilo de vida. Marcado por la Junta Militar argentina, la desaparición de su hermano durante la dictadura y la transición a la democracia en la España de su exilio, Brodsky encontró en el arte y en el activismo una manera de sobrellevar su luto familiar y de conectar las diferentes generaciones, para que a través de los retratos conozcan y eviten los errores del pasado.

La obra "Buena Memoria” marca el inicio de su doble rol: artista y activista. Una fotografía fue el vaso comunicante entre arte y derechos humanos. En una foto de su clase de 1976 marcó con círculos de colores a sus compañeros de colegio, y los destinos truncados por el golpe militar. Esta fotografía llegaría a convertirse en un ícono, que hoy hace parte de las colecciones del Tate Museum de Londres, la Pinacoteca del Estado de Sao Paulo o el Metropolitan Museum de Nueva York, por nombrar algunos.

A partir de la resonancia de esta fotografía, que nació, según sus propias palabras, "sin pretensiones de ser arte”, lleva más de 20 años dedicado a capturar las instantáneas de la realidad, a revisar archivos visuales para rescatar los recuerdos del olvido, a trabajar en organizaciones de derechos humanos y en el Parque de la Memoria de Buenos Aires. En este último, como miembro de la Asociación de la "Buena Memoria”, Marcelo Brodsky ha recibido a mandatarios como Obama o Merkel. Un trabajo que no está exento de críticas, en un parque que rinde homenaje a las víctimas del terrorismo de Estado de la Argentina moderna.

1968: el fuego de las ideas

Pero la memoria no está compuesta solo de tristezas, también hay algo de nostalgia por tiempos de efervescencia, de ideas nodrizas. Así llega a Berlín con su obra "1968: el fuego de las ideas”. Una exposición de 39 fotografías de archivo, intervenidas con color y texto, con las que quiere mostrar el espíritu de hace medio siglo; o cómo lejos de ser un fuego fatuo, el 68 marcó un cambio en el derrotero social. Y es que para Brodsky "el arte permite combinar muchos elementos: imagen, texto, pensamiento y color, para contar una historia, para llegar al corazón y a las entrañas”. Un trabajo que quiere apoyar a esas nuevas generaciones que se resisten al regreso de la opresión.

"La identidad puede ser un concepto de transformación, de juventud como lo fue la identidad de 1968”. Las ideas del 68 están asociadas a la ampliación de la democracia, a la libertad de expresión, a la libertad sexual. Y como añade Brodsky "a mayor movilización social y acceso de los jóvenes a las discusiones de los temas que afectan su vida”.

Es su misión como artista, dice "ponerle cara” a esos movimientos sociales, a la defensa de los valores de la solidaridad y de la democracia, frente a las corrientes retardatarias. Marcelo Brodsky trae una obra en la que lo visual ocupa un lugar central de la narrativa. Reconoce que es la manera de llegar a los menores de 25 años. De compartir con ellos esa "marea progresista” que marcó la vida de su generación, y de la que espera influya en la visión de los más jóvenes.

1968 nos remonta a las revueltas de París y a la revolución de terciopelo de Praga. 1968 también nos recuerda la brutalidad del Estado contra los estudiantes en Tlatelolco. Es el año de las utopías, de los rompimientos, del ruido.

La Justicia, el arte y la no repetición

El valor del arte en los procesos de memoria histórica, no suplanta a la justicia. Por el contrario, la requiere para cerrar heridas, para hacer la catarsis individual, y al duelo, aunque siempre sea un asunto privado, darle un carácter colectivo. "El arte ayuda a entender el mundo en el que uno vive, pero la justicia juega un rol fundamental”, dice Brodsky. Es lo que sucedió en la Argentina, comenta Brodsky. "Salimos a la calle, nos movilizamos. Sentamos a los responsables.”

Cosa que no sucedió en México, justamente en el año 68, cuando los estudiantes salieron a protestar contra el autoritarismo y más de 200 fueron asesinados. Tuvieron que pasar cincuenta años para que el gobierno mexicano declarara esta matanza como un crimen de Estado. Un asunto que evitará que prescriba, aunque muchos de sus responsables, ya hayan fallecido.

Begegnung mit Marcelo Brodsky

Ayotzinapa y el poder de las imágenes

Y entonces vino Ayotzinapa. Hace unos años se fundó la ONG "Visual Action” para llamar la atención sobre la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Normal Rural de este estado mexicano. Brodsky se encargó de la curaduría de esta acción colectiva, que por medio de una convocatoria internacional reunió fotografías de estudiantes y ciudadanos que se sintieron interpelados a demostrar su solidaridad con las madres, con los familiares, con los compañeros de esos 43 normalistas de Ayotzinapa. Brodsky apunta que "a veces se cree más en el apoyo que puede dar una imagen, que en las palabras de aliento”. Y aquí es donde el arte adquiere su dimensión didáctica, su labor de denunciar, de crear resistencia.

La matanza del Tlatelolco sentó un mal precedente para que sucediera lo de Ayotzinapa, asegura Brodsky, "porque la cosa en sí fue resuelta: a los estudiantes los mataron. Pero nunca hubo un juez que sentara en el banquillo a los acusados. No hubo ningún ministro interpelado”. Y aunque el arte no tiene límites frente al lenguaje, sabe que su papel dentro del proceso de cambio de la sociedad, solo genera cambios profundos cuando va acompañado de la justicia.

Tensiones migratorias, más Bolsonaro

Año 2018. Medio siglo después. Es un año de tensiones políticas de alto nivel en Europa, marcadas por los movimientos migratorios, por desequilibrios de la escena multilateral, por el acenso de candidatos ultraderechistas o la consolidación de los mismos a lo largo del continente americano. A propósito de las elecciones en Brasil y las posibilidades del ultraderechista Jair Bolsonaro, conocido por sus declaraciones racistas, misógenas, homofóbicas y de añoranza de la dictadura militar brasilera, Brodsky concluye que la herramienta para evitar que se repita el pasado es la resistencia, que "el arte es parte de esa resistencia. Los artistas sin libertad de expresión no podemos existir, no podemos trabajar. Y cuando hay un momento de opresión, nos queda de la resistencia”.

Pero no solo a los artistas. Los cuestionamientos son la esencia de las transformaciones sociales. Así por lo menos se desprende de la foto del activista alemán Rudi Dutschke, que cierra la exposición 1968: el fuego de las ideas: "¿Qué significado tienen las respuestas individuales, cuando el inconsciente colectivo se mantiene intacto? A éste hay que penetrarlo para que de allí emanen las respuestas”.

*La exposición "1968: El fuego de las ideas” está abierta hasta el 31.10.2018 el European Center for Constitutional and Human Rights (ECCHR) en la Zossenerstr. 55-58 de Berlín.

Juliana González Ríos (jov)